No pudo ser. El “Rafa Slam” (Dícese de la forma denominada a la posibilidad de los triunfos de Nadal en los cuatro grandes) tendrá que esperar… Tras encadenar Roland Garros, Wimbledon y US Open de forma consecutiva, el número uno del mundo afrontaba el torneo australiano con la reválida de lograr los cuatro “Grand Slam” seguidos (en años distintos). Pero una inoportuna lesión arruinó los planes del manacorense en los cuartos de final y posibilitó la victoria de Ferrer.
Nadal se ganó a pulso, con mucho sacrificio, esfuerzo y un “porrón” de victorias, recuperar por todo lo alto el número uno del mundo del tenis tras completar un glorioso 2010. Justo unos meses después de que muchos (Y no quiero señalar a nadie…) le “enterraran” y se atrevieran a decir que “estaba acabado”, “que no volvería a ser el de antes”, “ya lo ha dado todo con ¡¡¡23 años!!!”... Sin embargo, Rafa también es un número uno fuera de las pistas. Sólo así se puede entender muchas de sus actitudes y comportamientos en su larga trayectoria deportiva.
Nadal se ganó a pulso, con mucho sacrificio, esfuerzo y un “porrón” de victorias, recuperar por todo lo alto el número uno del mundo del tenis tras completar un glorioso 2010. Justo unos meses después de que muchos (Y no quiero señalar a nadie…) le “enterraran” y se atrevieran a decir que “estaba acabado”, “que no volvería a ser el de antes”, “ya lo ha dado todo con ¡¡¡23 años!!!”... Sin embargo, Rafa también es un número uno fuera de las pistas. Sólo así se puede entender muchas de sus actitudes y comportamientos en su larga trayectoria deportiva.
Cualquier otro tenista hubiera abandonado la cancha cuando comenzó a tener las molestias, con más motivo sabiendo que una lesión grave puede complicar la temporada y restar muchos puntos importantes en la compleja clasificación de la ATP. Pero Nadal no es así. Precisamente es la persona que debe cuidar más su salud por sus lesiones, que tiene más motivos para dejar el partido porque, entre otras cosas, ya lo ha ganado todo y solo tiene que pensar en el número uno… Pero Rafa no es así.
El chico de Manacor piensa, primero, en el contrario. Sabe que Ferrer está realizando un buen torneo con un gran tenis y que se merece unas semifinales superando al número uno en la pista. Nadal también piensa en las miles de personas que llevan esperando mucho tiempo para ver el partido en directo, el dinero que les ha costado las entradas y lo defraudadas que se sentirían si abandonara el encuentro por unos dolores. Por eso Rafa y su equipo piensan en acabar el partido como sea. Él mismo ha dicho en alguna ocasión que “el tenis no lo es todo, hay cosas más importantes en la vida”.
No es la primera vez que hace algo semejante. Hace un par de años, justo antes de su “resbalón” por culpa de las rodillas, acudió al Masters de Madrid “obligado” por los patrocinadores y por no dejar tirado al público español, pese a estar ya medio lesionado y muy cansado después de ganar por enésima vez de forma consecutiva Montecarlo, Barcelona y Roma. En aquella ocasión, jugó como pudo la final para perderla ante Federer y llegar justo de fuerzas a Roland Garros donde cayó en octavos de final ante el sueco Robin Soderling para alegría de los franceses.
Los aficionados de Barcelona le echamos de menos en el Godó el pasado año y lamentamos su ausencia por “descanso” y la carga de partidos que sufre el calendario actual. Pero se lo perdonamos porque sabemos en el fondo que es lo mejor para él. Y es que sin esa semana de descanso no hubiéramos disfrutado desde el sofá con sus numerosas victorias el resto del año.
Pero eso no es todo… Solo Rafa es capaz de no quejarse cuando, como número uno del mundo, le obligan a jugar en horarios de número dos, tener menos descanso y menos privilegios que Federer, etc. Y sí, solo él es capaz de seguir alabando al público francés en cada ceremonia de entrega de premios pese a que durante dos semanas han tratado por todos los medios de que no volviera a ganar. Y, yo supongo como ex tenista que, esas pelotas sí que son difíciles de no devolver… Así es Nadal, un número uno en todos los sentidos.
Tiene más educación que nadie, porque yo no sería tan benevola con los franchutes.
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