Mira tú que alcance...
Vistas de página en total
domingo, 3 de febrero de 2013
miércoles, 24 de agosto de 2011
EL MOUÑIÑO Y LA CEGUERA
Mouniño es muy competitivo cuando juega al fútbol en el recreo y no le gusta nada perder. El otro día se enfadó tanto que le metió un dedo en el ojo a un compañero de clase para hacerle daño y éste le respondió en un acto reflejo con una colleja. El profesor Florentino Pérez todavía no sabe que lo primero que se hace en una guardería después de una pelea es pedir perdón al compañero. A continuación, ambos son castigados por portarse mal. Así, el director de la escuela sancionará a Mouniño entre 4 y 12 partidos por empezar y a Vilanova entre 1 y 4 encuentros por responder.
El Barcelona se proclamó campeón de la Supercopa de España tras derrotar al Real Madrid 3-2 en el partido de vuelta disputado en el Camp Nou. El conjunto barcelonista superó a su rival 5-4 en el global de la eliminatoria después del 2-2 del choque de ida en el Bernabeu. Sin embargo, el señor Mouniño ha vuelto a conseguir que se hable de todo menos de fútbol con su inaceptable e inexcusable comportamiento al final de partido.
El entrenador del Madrid afirmó en la rueda de prensa posterior al enfrentamiento que “el fútbol es un deporte para hombres” cuando le preguntaron sobre la excesiva violencia de sus jugadores en algunos lances que sucedieron sobre el césped. Aunque Mouniño aprovechó la tangana que se produjo junto a los banquillos de ambos equipos para meter uno de sus dedos en el ojo del segundo preparador del Barcelona, Tito Vilanova. Una agresión más típica de la infancia que de una pelea de “hombres”.
Una acción que afortunadamente para Vilanova no tuvo ninguna consecuencia física grave. No es posible entender que se le puede pasar por la cabeza a este personaje para intentar hacer daño de esta forma ya que los ojos, probablemente, sean una de las zonas más delicadas del cuerpo humano. Pero que se puede esperar de alguien que tuvo la ocasión de rectificar y pedir perdón públicamente y lo único que hizo fue ningunear y despreciar a la persona que agredió argumentando que “no le conocía…”.
A pesar de todo, lo más grave e increíble es que Mouniño tiene hipnotizado al Real Moudrid y cegados a los moudridistas. Sólo así se puede entender como le defienden de actos vandálicos dentro del campo y comportamientos inadmisibles fuera de él. Y, por supuesto, “su” prensa le apoya sí o sí aunque les falte al respeto mandando a hablar a su segundo. Habría que preguntarle a Pellegrini que piensa de todo esto cuando a él lo “crucificaron” al primer resbalón. Supongo que lo hacen porque no les queda otra…
No debería dar ideas porque quizás alguien me las tiene en cuenta pero lo cierto es que si el Real Madrid quiere recuperar el señorío de tiempos pasados y los éxitos en forma de títulos tendría que pensar en cambiar de entrenador y prescindir del mayor responsable de todo, Florentino Pérez. La persona que se ha cargado a Vicente Del Bosque y Jorge Valdano, las últimas personas decentes que había en el club y que llevaron a los blancos a lo más alto en la primera etapa del señor Pérez.
La verdad es que no es descabellado que el Madrid gane títulos esta temporada ya que ha reunido una grandísima plantilla con muy buenos jugadores. Lo que tiene que hacer es tratar de jugar al fútbol de la mejor forma posible, que tiene herramientas para ello. Y, además, no desquiciarse cuando tiene enfrente una camiseta azulgrana. Algo que sólo es posible si se ponen unos tapones en los oídos para no escuchar las indicaciones de Mouniño. Si no, me temo que seguirán ganándose enemigos allá por dónde vayan…
P.D.: Las ideas se pueden tomar o no… no es obligatorio. Quiero decir que a mí no me importa que el Madrid siga apostando por Mourinho y su comportamiento. Mientras él siga por allá y Guardiola por aquí, todos estaremos contentos. Al menos yo…
P.D.: No quisiera dejar pasar la oportunidad de encumbrar el grandísimo partido de todos los jugadores del Barcelona, que demostraron que con mucho esfuerzo, sacrificio, corazón y eficacia también se pueden ganar títulos. Aunque lo más importante no es llevarse el trofeo de la Supercopa, sino que no se lo lleve tu rival…
P.D.: Si España tiene la mejor liga del mundo, ¿Por qué es la única de las grandes que sigue teniendo al Supercopa a doble enfrentamiento? Si algún día piensan en los aficionados, la harán a un solo encuentro, en un campo neutral y en un horario normal. Ya que es intolerable salir del campo a la 01:30 de la madrugada (sin prórroga y penaltis) y tener que levantarte a las 06:00 de la mañana para ir a trabajar…
lunes, 8 de agosto de 2011
UN VISTAZO AL PASADO Y A LA PESETA…
La grave e “¿irreversible?” crisis económica que asola a todo el mundo ha conseguido desplazar de las portadas de todos los medios de comunicación al resto de las noticias. Algo que indica a un ignorante del tema como yo que la situación actual va de mal en peor a medida que avanzan los días y cuya solución va camino de convertirse en pura fantasía y “ciencia ficción”. ¿Es éste el único y verdadero Apocalipsis?
Es ahora más que nunca cuando uno no puede menos que echar la vista atrás y pensar si entrar en el euro fue una buena decisión… Lo siento pero yo no he podido olvidarme de la peseta, sigue presente en mi cabeza y me recuerda lo cara que se ha puesto la vida desde que ella no está. Así, los “nostálgicos” como yo, los que seguimos poniendo apellido pesetas a los euros, no dejamos de comparar los precios de la actualidad.
El primer error importante que cometemos es poner el euro a la misma altura que las antiguas 100 pesetas ya que no tienen nada que ver. 66, 386 pesetas de pérdidas es el resultado de la primera comparación. Sé, soy consciente, de que el paso de los años hace que muchas cosas vayan desarrollándose y progresando pero también sé que no es para tanto. Por ejemplo, los periódicos –versión impresa- no han cambiado tanto en estos últimos 13 años como para pasar de costar 100 pesetas a 166, 386 pesetas (Un euro)…
Sin embargo, el cambio más significativo lo encontramos en los productos que necesitamos para vivir, que al fin y al cabo, es la labor imprescindible que debemos hacer cada uno de nosotros para subsistir. De esta forma, podemos observar que las cosas cada vez son más pequeñas y más caras. Y si no es posible aumentar los precios sin llamar la atención de los clientes, la solución para las empresas es reducir el tamaño.
¿Y qué podemos hacer nosotros ante todo esto? Creo que hay pocas opciones ante tal cuestión… Si queremos seguir viviendo, tenemos que seguir comprando cueste lo que cueste. Probablemente, lo ideal sería que nos preguntáramos dónde ha ido a parar todo esa diferencia de dinero que hay entre los productos de ahora y los de hace diez años. Pero seguro que cada uno de nosotros tenemos nuestra propia respuesta y, pese a ello, poco o nada podemos hacer por intentar arreglarlo a nuestra manera.
Ya sé que en España tenemos una democracia con sus elecciones y todas esas cosas que nos permite elegir a nuestros gobernantes y bla bla bla, pero en otros países suelen hacer referéndums sobre cuestiones importantes que afectan al pueblo. Aunque, al parecer, en nuestro país acostumbramos a decidir las cuestiones fundamentales de la sociedad sin tener el apoyo y la opinión de los demás (Llámese euro, ir a la guerra, etc.).
Antes, por ejemplo, la paga semanal (Dícese del traspaso de dinero de padres a hijos) era de 100 pesetas y con eso teníamos de sobra para lo que queríamos. Ahora, las nuevas generaciones necesitan 10 euros (1.663. 86 pesetas) cada siete días para sus gastos. Pero, claro, qué podemos esperar de una juventud que no han conocido el maravilloso y apasionante mundo de las canicas, las peonzas, las combas o las chapas…
De todos modos, la única solución posible y en la mano de cada uno pasa por cuidar nuestro hogar de la mejor manera que sepamos. Así, podemos empezar a colaborar de alguna forma en nuestras cosas y nuestros caprichos. La capacidad del ser humano por sobrevivir consiste en la combinación del esfuerzo y el sacrificio. El esfuerzo por ahorrar y el sacrificio de evitar ciertos lujos que en ocasiones no son necesarios. ¿Sabrán los que gobiernan a lo que me refiero? Me temo que sólo piensan en ellos mismos y que han “olvidado” el significado de las palabras ahorrar y sacrificar…
miércoles, 27 de julio de 2011
RECTIFICAR ES DE TONTOS
Nada como un viaje en coche durante la época estival para darse cuenta de que respetamos los límites de velocidad cuando nos conviene… El Gobierno decidió restablecer los 120 kilómetros por hora en lugar de los 110 el pasado mes de julio tras cuatro larguísimos meses en los que “hemos” ahorrado mucho dinero, combustible, contaminación, etc. Me pregunto si detrás de esta rectificación (Piensa mal y acertarás) están los grandes “dueños del mundo”, es decir, las compañías petrolíferas.
La versión oficial del Ejecutivo español es que la medida que se impuso a partir de marzo era “transitoria”, o eso dicen. El caso es que ha llegado el período donde se multiplican los desplazamientos por carretera y de un plumazo, adiós a los 110 km/h. No sé supone que ahora que hay más vehículos de aquí para allá se podrían incrementar los “diversos ahorros” que motivaron la norma antipopular de circular a 110.
Las normas dicen que si cometemos alguna infracción de tráfico, nos quitan puntos del carnet de conducir. Sin embargo, si nos portamos bien durante un tiempo nos vuelven a dar los puntos. Si extrapolamos esta ley de buen comportamiento sabiendo todo el dineral que hemos “ayudado” a sumar a lo largo de estos meses, ¿Cuántos euros nos corresponden a cada ciudadano que respetamos los límites cuando vamos en coche?
Espero que al menos este ahorro no haya servido para pagar las vacaciones a más de uno, aunque seguro que me equivoco… ya que por todos es sabido que en época de crisis, los ricos son más ricos gracias al dinero que les quitan al resto de las personas. Otros datos que uno puede destacar después de un largo trayecto es que las subidas de peaje no tienen nada que ver con la no reparación de los baches de las carreteras…
Cuando uno entra en una autopista entiende y espera “pagar” por la comodidad, seguridad, etc., algo así como la televisión de pago o la sanidad privada. Sabemos que pagar más no significa un mejor servicio pero creemos que puede ser así. En Alemania, al parecer, corrigen los defectos del asfalto antes de que te des cuenta. Aquí, en España, les coges hasta cariño a los baches y demás con el paso del tiempo y de los viajes.
Otra de las cosas que envidiamos de los alemanes es la “suerte” que tienen de poder circular por sus autopistas a la velocidad que ellos creen conveniente. Es decir, no tienen límites en muchas de las zonas. Aunque también es cierto que recomiendan ir a 130 km/h y existen radares móviles en zonas de poblado, algo normal y correcto. Soy partidario de correr, pero sólo en las zonas apropiadas para ello como las autopistas.
No quiero decir que tengamos que pasar de los 200 km/h o copiar el estilo alemán, sería muy raro ya que hemos estado mucho tiempo a 110 y no sé si podríamos adaptarnos a un cambio tan brusco… (Ironía). Además, aquí necesitamos límites para todo ya que si el resto de europeos vienen a pasar sus vacaciones por estas tierras (Desmadrarse, excesos, etc.) no creo que sea precisamente por nuestras carreteras…
Se trata de encontrar una velocidad apropiada para el tipo de vía y que nos permita permanecer atentos ante cualquier incidente que se pueda presentar cuando estemos al volante. 140 o 150 km/h estaría bien ya que muchas de las autopistas españolas son de buena calidad y podríamos estar alerta y proteger nuestra seguridad, que al fin y al cabo es lo más importante que tenemos.
Resulta raro saber que cuánto mejor son las infraestructuras y más seguros son los vehículos, menos podemos “correr”. Hace años, cuando había menos radares o no sabíamos donde estaban (O los ignorábamos más porque las infracciones nos costaban menos), circular a 160 o 180 km/h era lo normal para todo el mundo. Con el añadido de hacerlo con peores coches, menor potencia y con muchas menos medidas de seguridad.
Dejemos la ciencia ficción para la televisión y el cine y regresemos a la realidad. A muchos les parecerá una tontería pero volver a los 120 km/h para mí significa llegar a Ciudad Rodrigo en el mismo tiempo que hacerlo a Salamanca si siguiéramos a 110 (Hablamos de un desplazamiento desde Barcelona). De todos modos, si uno busca comodidad y seguridad en viajes largos, lo que tiene que hacer es coger un billete de avión con antelación. Sale más rentable, lo mires por dónde los mires. Doy fe…
P.D.: Como sólo ha habido una persona que ha echado de menos mis palabrerías y tonterías (para bien o para mal), no perderé el tiempo en pedir disculpas por mi tardanza. Lo siento mucho papá… El clima, los planes alternativos y ocupar mi ocio en otras labores han tenido la culpa de que me haya demorado tanto. Que lo disfrutes o lo critiques con cariño, como siempre. Besitos y Abrazos!!!
La versión oficial del Ejecutivo español es que la medida que se impuso a partir de marzo era “transitoria”, o eso dicen. El caso es que ha llegado el período donde se multiplican los desplazamientos por carretera y de un plumazo, adiós a los 110 km/h. No sé supone que ahora que hay más vehículos de aquí para allá se podrían incrementar los “diversos ahorros” que motivaron la norma antipopular de circular a 110.
Las normas dicen que si cometemos alguna infracción de tráfico, nos quitan puntos del carnet de conducir. Sin embargo, si nos portamos bien durante un tiempo nos vuelven a dar los puntos. Si extrapolamos esta ley de buen comportamiento sabiendo todo el dineral que hemos “ayudado” a sumar a lo largo de estos meses, ¿Cuántos euros nos corresponden a cada ciudadano que respetamos los límites cuando vamos en coche?
Espero que al menos este ahorro no haya servido para pagar las vacaciones a más de uno, aunque seguro que me equivoco… ya que por todos es sabido que en época de crisis, los ricos son más ricos gracias al dinero que les quitan al resto de las personas. Otros datos que uno puede destacar después de un largo trayecto es que las subidas de peaje no tienen nada que ver con la no reparación de los baches de las carreteras…
Cuando uno entra en una autopista entiende y espera “pagar” por la comodidad, seguridad, etc., algo así como la televisión de pago o la sanidad privada. Sabemos que pagar más no significa un mejor servicio pero creemos que puede ser así. En Alemania, al parecer, corrigen los defectos del asfalto antes de que te des cuenta. Aquí, en España, les coges hasta cariño a los baches y demás con el paso del tiempo y de los viajes.
Otra de las cosas que envidiamos de los alemanes es la “suerte” que tienen de poder circular por sus autopistas a la velocidad que ellos creen conveniente. Es decir, no tienen límites en muchas de las zonas. Aunque también es cierto que recomiendan ir a 130 km/h y existen radares móviles en zonas de poblado, algo normal y correcto. Soy partidario de correr, pero sólo en las zonas apropiadas para ello como las autopistas.
No quiero decir que tengamos que pasar de los 200 km/h o copiar el estilo alemán, sería muy raro ya que hemos estado mucho tiempo a 110 y no sé si podríamos adaptarnos a un cambio tan brusco… (Ironía). Además, aquí necesitamos límites para todo ya que si el resto de europeos vienen a pasar sus vacaciones por estas tierras (Desmadrarse, excesos, etc.) no creo que sea precisamente por nuestras carreteras…
Se trata de encontrar una velocidad apropiada para el tipo de vía y que nos permita permanecer atentos ante cualquier incidente que se pueda presentar cuando estemos al volante. 140 o 150 km/h estaría bien ya que muchas de las autopistas españolas son de buena calidad y podríamos estar alerta y proteger nuestra seguridad, que al fin y al cabo es lo más importante que tenemos.
Resulta raro saber que cuánto mejor son las infraestructuras y más seguros son los vehículos, menos podemos “correr”. Hace años, cuando había menos radares o no sabíamos donde estaban (O los ignorábamos más porque las infracciones nos costaban menos), circular a 160 o 180 km/h era lo normal para todo el mundo. Con el añadido de hacerlo con peores coches, menor potencia y con muchas menos medidas de seguridad.
Dejemos la ciencia ficción para la televisión y el cine y regresemos a la realidad. A muchos les parecerá una tontería pero volver a los 120 km/h para mí significa llegar a Ciudad Rodrigo en el mismo tiempo que hacerlo a Salamanca si siguiéramos a 110 (Hablamos de un desplazamiento desde Barcelona). De todos modos, si uno busca comodidad y seguridad en viajes largos, lo que tiene que hacer es coger un billete de avión con antelación. Sale más rentable, lo mires por dónde los mires. Doy fe…
P.D.: Como sólo ha habido una persona que ha echado de menos mis palabrerías y tonterías (para bien o para mal), no perderé el tiempo en pedir disculpas por mi tardanza. Lo siento mucho papá… El clima, los planes alternativos y ocupar mi ocio en otras labores han tenido la culpa de que me haya demorado tanto. Que lo disfrutes o lo critiques con cariño, como siempre. Besitos y Abrazos!!!
viernes, 24 de junio de 2011
MINI VACACIONES EN BENICASSIM
Cervecitas, playita, piscina, siesta, buffet libre,… Un delicioso y sabroso cóctel que se convierte en unas minivacaciones en Benicassim. Llamo minivacaciones a la “suerte” de tener dos días seguidos de fiesta; algo de lo que carecemos los desgraciados que trabajamos todos los sábados. Afortunadamente la Segunda Pascua de Cataluña (Adoro todas las fiestas de este “país”) nos permitió realizar un viajecito para recargar pilas.
Benicassim (280 kilómetros al sur de Barcelona) fue lo más cercano, disponible y barato que encontramos para pasar un par de jornadas de relax y descanso, para que luego digan las dificultades económicas que tenemos en España. Aunque en su defensa, diremos que, además de los catalanes, los franceses también tenían fiesta y que muchos eligen el mes de junio para disfrutar de sus vacaciones ya que es más asequible.
La verdad es que cuando uno escapa del ajetreo laboral se olvida de todo y va contento a todas partes, a pesar de tener que viajar un poquito más de la cuenta para conseguirlo. Como me hubiera gustado que se terciara diversos factores como los turnos de trabajo y alargar un poco más el suplicio de los 110 kilómetros por hora hasta Salamanca… Efectivamente, la ciudad levantina era el plan B, nunca mejor dicho.
Tras aparcar nuestro vehículo a la puerta del hotel, toca inspeccionar la habitación (Dícese de tumbarse en la cama, coger el mando de la TV , encenderla y memorizar los canales más interesantes). Después de reposar, deshacer la maleta (abrirla sin más) y contemplar la vista del mar desde la terraza el tiempo suficiente para darte cuenta que no tienes nada mejor que hacer (Es decir, darse cuenta que estás de “vacaciones”), es la hora de dar el paseo de rigor y exploración por la playa y los alrededores.
El paseo vespertino nos dejó las fotos para el recuerdo de María y mi brazo derecho cansado después del lanzamientos de “cantos” (Dícese de piedras en mi pueblo) al mar. Resulta que una pequeñísima parte de la playa de Benicassim es de piedrecitas (Supongo que para la gente que no le guste la arena) y cuando uno se encuentra allí lo que le apetece es ver cuántas veces es capaz de botar la piedra en sus lanzamientos. El truco está en coger la piedra adecuada, un poquito pesada, fina y alargada. ¡Qué diver!
Pensión Completa. Requisito que se me antojo a la hora de reservar el hotel gracias a mi “atracción” por el buffet libre y a que salía más rentable económicamente que la Media Pensión (Cosas que se pegan por estas tierras…). Cocina en vivo, carne, pescado, pasta con todo tipo de salsas, fritos variados, fruta, helado, etc. Todo un paraíso de la alimentación para degustar y saborear en dos desayunos, dos comidas y dos cenas… Una pena que pusieran las mejores cosas y los postres más golosos cuando uno ya estaba más cansado de la cuenta para seguir comiendo y le dolía un poquito la barriga.
He visto varias playas en mi vida y, por el momento, me quedo con las arenas finas y las aguas bastante cristalinas de la zona levantina. Además su leve oleaje te permite disfrutar del baño con mucha comodidad y sin sobresaltos. Nuestro intercambio de golpes con las palas (A los malpensados, me refiero al intercambio con una pelota) se vio interrumpido por los niños de turno que les gusta observar desde muy cerca…
También hubo tiempo para jugar 18 hoyos en el minigolf del hotel. El “buen” novio que llevo dentro me animó a dejar practicar a mi rival los primeros golpes e incluso a repetir alguno que otro para (eso creía yo) “igualar” la lucha. Cosa de la que me arrepentí unos hoyos más tarde cuando me dí cuenta del que tenía que haber practicado más era yo. Nota mental: No se debe dar facilidades al contrario, sea quién sea. Solamente diré que ambos contendientes sobrepasamos, probablemente con mucho, el par del campo. Tanto es así que la ardilla que seguía nuestra competición desde un arbusto, se asustó y subió trepando el árbol más alto del complejo. Estuvo bien la verdad… ¡Quiero la revancha!
P.D.: No pude menos que repetir hasta la saciedad historias y recuerdos (de los que se pueden contar… jeje!!) de las inolvidables vacaciones que pasé el año pasado junto mis amigos en Oropesa de Mar. La mega terraza de nuestro apartamento, la “gran” piscina, la playa, nuestros partidazos de voley, el Barrales que ya no existe (creo que ahora es una óptica o algo así), el Salitre que montan sólo para verano o los paseos hasta la ciudad fantasma que es en el mes de junio Marina D´Or son solo algunos ejemplos.
Lo siento mucho, pero creo sinceramente que deberíamos repetirlo…
viernes, 10 de junio de 2011
RAFA, ERES EL MÁS GRANDE DE LA HISTORIA
Unos pocos días y diez “Grand Slam” después me han servido para darme cuenta de la ignorancia deportiva que hay en nuestro país. Algunos que otros “bienaventurados” llevan esta semana preguntando y debatiendo si Rafa Nadal es el mejor deportista español de todos los tiempos. Pobres ignorantes… Una persona con la cabeza bien amueblada y amante de los deportes sabe ya que el tenista manacorí es desde hace tiempo, y con mucha diferencia, el más grande de la historia de España.
¿Por qué? (Como me gusta últimamente esta pregunta… me entran unas ganas locas de cantar…) Muy fácil. Empezaré por el final. Tiene solo 25 años, sí, aunque parezca mentira y pensemos que lleva más de 100 años jugando al tenis, Rafael tiene un cuarto de siglo recién cumplidito y si él quiere y las lesiones no se lo impiden, tiene cuerda para rato. Y sí, porque a pesar de que muchos dudáramos de sus posibilidades en el último Roland Garros, ha vuelto a lograr un merecidísimo título contra viento y marea.
Tras las dudas iniciales generadas en su juego durante los primeros partidos, el agarrotamiento y lentitud de sus piernas, el tremendo daño mental ocasionado por las cuatro finales perdidas ante Novak Djokovic y, por supuesto y un año más, la irrespetuosa (por no decir otras mil cosas peores) afición francesa, Nadal consiguió alzar su sexta corona parisina ante el tenista más grande de la historia, Roger Federer.
Seis Roland Garros, dos trofeos de Wimbledon, un Open de Australia, una copa del US Open, el tenista con más galardones de Masters Series (por delante del insuperable Federer), oro olímpico en Pekín, decenas de títulos individuales y 100 semanas en lo más alto del tenis mundial (Número Uno de la clasificación ATP). Creo que el chaval no va mal de momento… Más si cabe cuando más de uno lo quiso enterrar hace un tiempo después de sus numerosas molestias de rodilla y sus problemas personales.
Lo más grande de Rafa es su humildad y sacrificio. La humildad que le permite tener los pies en el suelo día a día después de los grandes éxitos que consigue semana a semana y que, además, hace que sea una gran persona fuera de las pistas de tenis. Solo así se puede comprender como sigue hablando bien de los franceses. Y sacrificio porque no da nunca una pelota por perdida en ningún momento. Si alguien quiere superarle tendrá que ser porque ha tenido que dar una bola más gracias al sobreesfuerzo de Nadal.
Tampoco me gustaría olvidarme del entorno. Ese núcleo de personas que ayuda a mejorar las prestaciones de un deportista y a crecerse en los peores momentos. La figura de Toni Nadal es el mayor exponente. Su tío, su entrenador y su confianza. Él único capaz de gritarle en público: “Deja de quejarte de tonterías y juega al tenis”. Solo así se puede comprender una exitosa conexión que ha dado grandes frutos al deporte español.
Miguel Indurain, Pau Gasol, Severiano Ballesteros, Ángel Nieto, Xavi, Casillas, Fernando Alonso… Todos ellos han sido, son o serán leyendas pero no pueden compararse con el impresionante palmarés de Nadal ni con la dificultad añadida de lograrlo en solitario, es ahí donde radica la grandeza y excelencia del tenis. Salvo Ballesteros, el resto se ha apoyado en sus compañeros o una máquina para lograr sus hazañas. No les resto valor, solo engrandezco aún más la figura de Rafael Nadal.
Cuando alguien es capaz de acostumbrarnos a llegar a una final semana tras semana sin alabar su trabajo y esfuerzo es que es muy bueno. Cuando alguien consigue que dudemos de sus éxitos en los peores momentos y no celebremos con total justicia todo los que nos da es que es más que muy bueno. Y cuando alguien logra que sus derrotas suenen con más fuerza que sus victorias es que pierde pocas veces y que gracias a ello se ha convertido en EL MÁS GRANDE DE TODOS LOS TIEMPOS…
GRACIAS RAFA, GRACIAS NADAL…
¿Por qué? (Como me gusta últimamente esta pregunta… me entran unas ganas locas de cantar…) Muy fácil. Empezaré por el final. Tiene solo 25 años, sí, aunque parezca mentira y pensemos que lleva más de 100 años jugando al tenis, Rafael tiene un cuarto de siglo recién cumplidito y si él quiere y las lesiones no se lo impiden, tiene cuerda para rato. Y sí, porque a pesar de que muchos dudáramos de sus posibilidades en el último Roland Garros, ha vuelto a lograr un merecidísimo título contra viento y marea.
Tras las dudas iniciales generadas en su juego durante los primeros partidos, el agarrotamiento y lentitud de sus piernas, el tremendo daño mental ocasionado por las cuatro finales perdidas ante Novak Djokovic y, por supuesto y un año más, la irrespetuosa (por no decir otras mil cosas peores) afición francesa, Nadal consiguió alzar su sexta corona parisina ante el tenista más grande de la historia, Roger Federer.
Seis Roland Garros, dos trofeos de Wimbledon, un Open de Australia, una copa del US Open, el tenista con más galardones de Masters Series (por delante del insuperable Federer), oro olímpico en Pekín, decenas de títulos individuales y 100 semanas en lo más alto del tenis mundial (Número Uno de la clasificación ATP). Creo que el chaval no va mal de momento… Más si cabe cuando más de uno lo quiso enterrar hace un tiempo después de sus numerosas molestias de rodilla y sus problemas personales.
Lo más grande de Rafa es su humildad y sacrificio. La humildad que le permite tener los pies en el suelo día a día después de los grandes éxitos que consigue semana a semana y que, además, hace que sea una gran persona fuera de las pistas de tenis. Solo así se puede comprender como sigue hablando bien de los franceses. Y sacrificio porque no da nunca una pelota por perdida en ningún momento. Si alguien quiere superarle tendrá que ser porque ha tenido que dar una bola más gracias al sobreesfuerzo de Nadal.
Tampoco me gustaría olvidarme del entorno. Ese núcleo de personas que ayuda a mejorar las prestaciones de un deportista y a crecerse en los peores momentos. La figura de Toni Nadal es el mayor exponente. Su tío, su entrenador y su confianza. Él único capaz de gritarle en público: “Deja de quejarte de tonterías y juega al tenis”. Solo así se puede comprender una exitosa conexión que ha dado grandes frutos al deporte español.
Miguel Indurain, Pau Gasol, Severiano Ballesteros, Ángel Nieto, Xavi, Casillas, Fernando Alonso… Todos ellos han sido, son o serán leyendas pero no pueden compararse con el impresionante palmarés de Nadal ni con la dificultad añadida de lograrlo en solitario, es ahí donde radica la grandeza y excelencia del tenis. Salvo Ballesteros, el resto se ha apoyado en sus compañeros o una máquina para lograr sus hazañas. No les resto valor, solo engrandezco aún más la figura de Rafael Nadal.
Cuando alguien es capaz de acostumbrarnos a llegar a una final semana tras semana sin alabar su trabajo y esfuerzo es que es muy bueno. Cuando alguien consigue que dudemos de sus éxitos en los peores momentos y no celebremos con total justicia todo los que nos da es que es más que muy bueno. Y cuando alguien logra que sus derrotas suenen con más fuerza que sus victorias es que pierde pocas veces y que gracias a ello se ha convertido en EL MÁS GRANDE DE TODOS LOS TIEMPOS…
GRACIAS RAFA, GRACIAS NADAL…
martes, 24 de mayo de 2011
DECIMOSÉPTIMO ANIVERSARIO DE MI APENDICITIS
Hoy se cumplen diecisiete años de mi operación de apendicitis y me gustaría compartir con vosotros mis vagos recuerdos sobre aquel “trascendental” episodio de mi vida… Probablemente no recuerde con exactitud muchas de las cosas que ocurrieron pero intentaré aproximarme lo máximo posible a la verdad. Mi cicatriz y yo estamos juntos desde las 19 horas del martes 24 de mayo de 1994…
La historia de mi apendicitis se inicia el domingo 22 de mayo (Eso es lo que yo creo, aunque no sé si de verdad fue el desencadenante). Pasé el día en la comunión de un amigo, que curiosamente celebró el banquete en el “famoso” restaurante chino de Ciudad Rodrigo. A la mañana siguiente, me levanté de la cama fatal y lo primero que hice fue vomitar. Curiosidad o Casualidad… os lo dejo a vuestra elección…
La primera toma de contacto y consulta fue en la antigua (Digo antigua porque creo que ya no existe como tal) Clínica San Marcos que había al lado de mi casa. Supongo que ya nos dijeron a mi madre y a mí el “percal” de lo que tenía y, sobre todo, la “famosa” frase que se le dice a cualquier paciente que hay en Miróbriga cuando no pueden hacer nada: “¡A Salamanca!” Así que cuando mi padre regresó por la tarde del trabajo, nos pusimos en marcha y llegamos al Hospital Santísima Trinidad de la capital charra.
Lo único que recuerdo de la primera noche en el Hospital es el daño que le hice a una buena enfermera que me atendió. Sugirió que le agarrara la mano mientras otra compañera me ponía la aguja del gotero. Es muy posible que se arrepintiera poco después… Evidentemente la procesión, por esta vez, iba por fuera y yo sentía un miedo terrible a entrar en quirófano. Me da vergüenza ya que siempre tuve en casa a un valiente que nunca se quejó de nada a pesar de todo lo que le tocaba sufrir…
En un principio me tenían que operar por la mañana, como muy tarde al mediodía. Pero lo que sucede en estos casos, no había quirófano y lo acabaron retrasando hasta por la tarde. Como de la que yo me alegraba muchísimo ya que cada vez que entraba una persona con una bata blanca en la habitación se me cambiaba la cara… No pude tomar nada, ni siquiera líquido, así que para aliviarme me mojaban los labios con una toalla. Si no me equivoco y mi memoria no me falla, pasé la sobremesa viendo el Giro de Italia y como un rubio llamado Eugeny Berzin (Enrique se acordará…) le ganaba la batalla a nuestro campeón Miguel Indurain y le privaba de su tercera corona consecutiva.
Llegó la hora y un celador (Al que seguramente insulté en mi cabeza) me sacó “por la fuerza y en contra de mi voluntad” (jejeje) de la habitación “en la que estaba muy a gusto” para llevarme al quirófano. Mi madre fue la última persona que me dio un beso antes de entrar y la que “provocó” que entrara hecho un mar de lágrimas… Era curioso ya que era la primera (Y última hasta ahora, si no contamos la mínima operación de vegetaciones) que me tocaba a mí estar al otro lado y no esperando a la puerta.
En el quirófano me animaron y distrajeron con una pinza que tenía puesta en el dedo para ver a través de un monitor mis constantes vitales (Esto no lo sabía entonces pero lo he ido aprendiendo con todas las series de médicos que me trago…) y me quedé “sopa”. Los 30 minutos que duró la operación los recordaré siempre como la mejor siesta de mi vida ya que dormí como un lirón y me encontraba muy a gusto. Me despertó el cirujano y tras decirme que ya habían acabado (y fastidiarme el sueño), me empezó a doler todo.
Lo que no me acuerdo es de las visitas y todas esas cosas. Aunque supongo que las tuve y a montones ya que cuando algo malo (Y para mí, en aquellos días, una apendicitis era lo peor de lo peor) nos pasa a un Tapia, acudimos en masa… Después de algún que otro calmante, lo más maravilloso que recuerdo de la primera noche “post operación” fue el delicioso zumo de piña que me llevó la sobrina de mi tía Nati. No sé si era porque fue lo primero que tomé en un día o porque realmente fue el mejor zumo de la historia…
Si no me equivoco, estuve ingresado hasta el viernes de esa misma semana y en compañía de mi abuela Juana. Como no era muy grave, mi padre tenía que trabajar y mi madre tenía que encargarse de mi hermano, así que Juana era la persona adecuada para el puesto. Pasamos muchos momentos juntos esos días, algunos buenos y algunos malos. Lo mejor, los paseos que hacíamos por el inmenso pasillo de la Trinidad.
Lo peor, cuando me negué a sufrir los pinchazos de las enfermeras en el culete para suministrarme los medicamentos. Como era un niño y me aterraban las agujas, la solución pasaba por poner lo más duro posible el culo. Así que no tuvieron más remedio que darme los medicamentos en forma de pastilla. Otra de las cosas que me acuerdo es del lenguado que me trajeron una noche y como por aquellas fechas yo era un poquito especial, tuve que ceder “con generosidad” a mi abuela para que se lo comiera…
Otra de las cosas que no se me olvidara fue la visita una mañana de Eladio, un amigo de mi padre (El del Dallas… jeje!). Me traía el periódico para que me distrajera y venía en portada la marcha de Laudrup al Madrid. Una mala noticia que a mí me dolió (Luego vendría años más tarde lo de Judas que lo superó con creces…) a pesar de que Eladio me decía que no pasaba nada que el Barça había fichado al “grandísimo” porterazo Julen Lopetegui… No recuerdo ninguna parada suya, solo su desmayo televisivo.
Mi experiencia hospitalaria terminó con toda la familia tomando cosas para evitar las lombrices que habían fastidiado mi apéndice y con la retirada de los puntos una semana más tarde de la operación. Unos puntos, por cierto, como Dios manda, en los que se pueden apreciar el hilo de las agujas. Una cicatriz de las que ya no hacen, como ahora las hacen sin que te quede marca… Yo lo prefiero así, una raja para acordarme siempre con cariño de este episodio de mi vida y celebrarlo como tal cada 24 de mayo.
P.D.: Quizás esta anécdota se os haya hecho más larga de lo normal (lo es) pero a mí se me ha hecho corta porque me ha traído muchos recuerdos de mi infancia y me ha gustado compartirlo con todos vosotros.
P.D.: Espero que hayáis disfrutado y os haya quitado el mal sabor de boca por el anterior “post” que al parecer no ha gustado a mucha gente aunque ya dejé claro que no sé nada de política y no es una de mis pasiones. Además, lo único que pretendía era dejar mi opinión acerca de las elecciones y sobre los “vagos” de verdad, los que se quedan en casa y pasan de todo, no sobre los que se manifiestan no votando.
La historia de mi apendicitis se inicia el domingo 22 de mayo (Eso es lo que yo creo, aunque no sé si de verdad fue el desencadenante). Pasé el día en la comunión de un amigo, que curiosamente celebró el banquete en el “famoso” restaurante chino de Ciudad Rodrigo. A la mañana siguiente, me levanté de la cama fatal y lo primero que hice fue vomitar. Curiosidad o Casualidad… os lo dejo a vuestra elección…
La primera toma de contacto y consulta fue en la antigua (Digo antigua porque creo que ya no existe como tal) Clínica San Marcos que había al lado de mi casa. Supongo que ya nos dijeron a mi madre y a mí el “percal” de lo que tenía y, sobre todo, la “famosa” frase que se le dice a cualquier paciente que hay en Miróbriga cuando no pueden hacer nada: “¡A Salamanca!” Así que cuando mi padre regresó por la tarde del trabajo, nos pusimos en marcha y llegamos al Hospital Santísima Trinidad de la capital charra.
Lo único que recuerdo de la primera noche en el Hospital es el daño que le hice a una buena enfermera que me atendió. Sugirió que le agarrara la mano mientras otra compañera me ponía la aguja del gotero. Es muy posible que se arrepintiera poco después… Evidentemente la procesión, por esta vez, iba por fuera y yo sentía un miedo terrible a entrar en quirófano. Me da vergüenza ya que siempre tuve en casa a un valiente que nunca se quejó de nada a pesar de todo lo que le tocaba sufrir…
En un principio me tenían que operar por la mañana, como muy tarde al mediodía. Pero lo que sucede en estos casos, no había quirófano y lo acabaron retrasando hasta por la tarde. Como de la que yo me alegraba muchísimo ya que cada vez que entraba una persona con una bata blanca en la habitación se me cambiaba la cara… No pude tomar nada, ni siquiera líquido, así que para aliviarme me mojaban los labios con una toalla. Si no me equivoco y mi memoria no me falla, pasé la sobremesa viendo el Giro de Italia y como un rubio llamado Eugeny Berzin (Enrique se acordará…) le ganaba la batalla a nuestro campeón Miguel Indurain y le privaba de su tercera corona consecutiva.
Llegó la hora y un celador (Al que seguramente insulté en mi cabeza) me sacó “por la fuerza y en contra de mi voluntad” (jejeje) de la habitación “en la que estaba muy a gusto” para llevarme al quirófano. Mi madre fue la última persona que me dio un beso antes de entrar y la que “provocó” que entrara hecho un mar de lágrimas… Era curioso ya que era la primera (Y última hasta ahora, si no contamos la mínima operación de vegetaciones) que me tocaba a mí estar al otro lado y no esperando a la puerta.
En el quirófano me animaron y distrajeron con una pinza que tenía puesta en el dedo para ver a través de un monitor mis constantes vitales (Esto no lo sabía entonces pero lo he ido aprendiendo con todas las series de médicos que me trago…) y me quedé “sopa”. Los 30 minutos que duró la operación los recordaré siempre como la mejor siesta de mi vida ya que dormí como un lirón y me encontraba muy a gusto. Me despertó el cirujano y tras decirme que ya habían acabado (y fastidiarme el sueño), me empezó a doler todo.
Lo que no me acuerdo es de las visitas y todas esas cosas. Aunque supongo que las tuve y a montones ya que cuando algo malo (Y para mí, en aquellos días, una apendicitis era lo peor de lo peor) nos pasa a un Tapia, acudimos en masa… Después de algún que otro calmante, lo más maravilloso que recuerdo de la primera noche “post operación” fue el delicioso zumo de piña que me llevó la sobrina de mi tía Nati. No sé si era porque fue lo primero que tomé en un día o porque realmente fue el mejor zumo de la historia…
Si no me equivoco, estuve ingresado hasta el viernes de esa misma semana y en compañía de mi abuela Juana. Como no era muy grave, mi padre tenía que trabajar y mi madre tenía que encargarse de mi hermano, así que Juana era la persona adecuada para el puesto. Pasamos muchos momentos juntos esos días, algunos buenos y algunos malos. Lo mejor, los paseos que hacíamos por el inmenso pasillo de la Trinidad.
Lo peor, cuando me negué a sufrir los pinchazos de las enfermeras en el culete para suministrarme los medicamentos. Como era un niño y me aterraban las agujas, la solución pasaba por poner lo más duro posible el culo. Así que no tuvieron más remedio que darme los medicamentos en forma de pastilla. Otra de las cosas que me acuerdo es del lenguado que me trajeron una noche y como por aquellas fechas yo era un poquito especial, tuve que ceder “con generosidad” a mi abuela para que se lo comiera…
Otra de las cosas que no se me olvidara fue la visita una mañana de Eladio, un amigo de mi padre (El del Dallas… jeje!). Me traía el periódico para que me distrajera y venía en portada la marcha de Laudrup al Madrid. Una mala noticia que a mí me dolió (Luego vendría años más tarde lo de Judas que lo superó con creces…) a pesar de que Eladio me decía que no pasaba nada que el Barça había fichado al “grandísimo” porterazo Julen Lopetegui… No recuerdo ninguna parada suya, solo su desmayo televisivo.
Mi experiencia hospitalaria terminó con toda la familia tomando cosas para evitar las lombrices que habían fastidiado mi apéndice y con la retirada de los puntos una semana más tarde de la operación. Unos puntos, por cierto, como Dios manda, en los que se pueden apreciar el hilo de las agujas. Una cicatriz de las que ya no hacen, como ahora las hacen sin que te quede marca… Yo lo prefiero así, una raja para acordarme siempre con cariño de este episodio de mi vida y celebrarlo como tal cada 24 de mayo.
P.D.: Quizás esta anécdota se os haya hecho más larga de lo normal (lo es) pero a mí se me ha hecho corta porque me ha traído muchos recuerdos de mi infancia y me ha gustado compartirlo con todos vosotros.
P.D.: Espero que hayáis disfrutado y os haya quitado el mal sabor de boca por el anterior “post” que al parecer no ha gustado a mucha gente aunque ya dejé claro que no sé nada de política y no es una de mis pasiones. Además, lo único que pretendía era dejar mi opinión acerca de las elecciones y sobre los “vagos” de verdad, los que se quedan en casa y pasan de todo, no sobre los que se manifiestan no votando.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)